jueves, 1 de diciembre de 2016

La desesperanza cae antes que la noche

Desde la mañana en que ocurrió el desalojo, Miguel tiene como única tarea cuidar las pertenencias que quedaron a mitad del camino: el colchón plagado de manchas, el catre vencido, el buró que se volvió depósito de ollas y trastos, un tanque de gas.

Una noche, tendido junto a su madre, Miguel la oye gemir. El llanto, suave, casi dulce, poco a poco se vuelve un alarido.

Los cuerpos oscuros surgen  sobre los montones de ropa que sirven de cama; los perros responden con ladridos incontenibles; los niños lloran asustados.

Figúrate nomás, todo el trabajo echado a la basura. Quince mil pesos di por el terreno, 
m´endrogué; y tu padre, con tal de no darle la cara al compromiso, mejor prefirió largarse.

Miguel guarda silencio. Estira la mano y acaricia a su madre. Artemisa sólo tiene una frase para expresarle su amor: "Si fuera yo solita, qué le hacía; pero contigo, m´hijo, ¿qué hago? ¿Dónde te meto?"

https://ecccsecundariaiq.files.wordpress.com/2014/05/cronicas-de-cristina-pacheco.pdf

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